Gracias por venir!!

sábado, 22 de octubre de 2016

Así es
Un día dije sí y aquí estoy 
Buscando besos sin dueño, abrazos en proceso de madurar, caricias a toda prisa, lágrimas y saliva entremezcladas con la fugacidad de un sueño, camas desordenadas, paredes que hablen de lo prohibido, juegos de niños traviesos que no quieren crecer...y sola. Terriblemente sola.
No, no me gusta la soledad.
No engaño a nadie cuando digo que estoy mejor que nunca. Quizá mejor que antes pero no es mi situación ideal. Necesito amar, quiero amar, tengo la imperiosa inquietud de encontrar un amor bonito, suave, tierno, dulce, limpio, claro, alguien que quiera cogerme de la mano y simplemente dar un largo paseo por mis ojos...alguien que se detenga en mis pensamientos, mis dudas, mis aciertos, mis torpezas... Y aún así me quiera con todo. Como yo sé querer. Sin trampas, ni acertijos, ni rodeos ni excusas. Con toda la limpieza de mi corazón, de mis sueños, de mi alma...
Existirá para mí ese alguien? Y si es así...quién eres y donde estás? Te extraño, te necesito...te espero. Tardas demasiado.

martes, 9 de agosto de 2016

Eres

Eres...eso que nunca te dije ni te diré por más que sienta
Eres... el agua que se escapa entre los dedos 
Eres...el Ángel de mis demonios, la pasión y el desconcierto
Eres...la historia más imposible jamás imaginada
Eres... un tiempo que me desvela, el despertar de un silencio, el corazón desbocado y el miedo de un quiero y no puedo
Eres...una sonrisa en mi boca cuando te leo
Eres...las ganas de perderme y darte un beso
Eres...todo lo que no tengo
Eres...quien enreda mis neuronas, desordena mi conciencia y me quema sin fuego
Eres...lo que ansía mi piel desnuda, tus manos sobre mi cuerpo, tu sexo dentro de mi dejando morir el silencio, tu boca sobre mis pechos, una corriente de vida que se escapa en un gemido dulce y cálido como tu aliento
Eres...eso que nunca tuve, no quiero menos que eso
Eres...no sé quién eres...
Eres... tan solo un sueño

jueves, 14 de julio de 2016

MARIPOSAS

Hace tiempo que las mariposas no se pasean por mi casa.
La otra tarde, vi cómo revoloteaban cerca del cristal de la ventana abierta, con ese aletear alegre y nervioso que hace imposible adivinar la dirección de su vuelo. Un sí pero no...un quiero pero no quiero...un quizá...un "este es mi lugar"? Eran dos. Las dos intentaban lo mismo. Algo les empujaba tanto a salir como a entrar...se acercaron a decirse algo y entonces decidieron marcharse.

Y así ocurre cada vez que invito de manera invisible a entrar a mi casa a alguna. Llegan, revolotean, saludan, alguna se detiene unos minutos pero después...simplemente marchan. Deciden que no es buen sitio para quedarse.

No es que las necesite, tampoco es eso. Simplemente me gustan, adornan, alegran...su vuelo hace que sienta un escalofrío agradable y que en algunos momentos, mis pies se eleven del suelo y sueñen con ellas, junto a ellas, por el tiempo que dure su visita.

A fin de cuentas su vida en este mundo es muy corta. Pero es tan intenso el tiempo en el que aparecen...

Así que, mientras alguna despistada de repente se anime a asomarse más de la cuenta, me he agenciado unas  artificiales, que adornan y además, son útiles, no sueltan polvo, no hay que darles de cenar, sabes que estarán ahí hasta que decidas quitarlas y nunca te van a llevar la contraria. Sí,  es verdad, no producen escalofríos, no te hacen volar, ni soñar despierta... 

Vaya mierda que he comprado. 




miércoles, 13 de julio de 2016

VOLVER

Volver...
Retomar viejas costumbres
Tener algo que contar
O que decir
O que inventar
O todo y nada a la vez

Sentir...
No perder la esencia
Dejarse llevar por la necesidad
De estar
De reencontrarse con la vida
Y escribir

Amar...
Lo que uno es y quién es
Lo que te llena y te envuelve
O te enloquece
O te pervierte
Y dejarse llevar

De nuevo...aquí estoy

lunes, 23 de diciembre de 2013

“Un cuento mágico”

dragón

Nadie puede retener un dragón eternamente

Sabía que tarde o temprano este momento llegaría. Dejarte libre, ver cómo desplegaban tus alas y sentir tu aliento despidiéndose de mi por última vez, ese momento en el que ya no regresarías a mi , tendría que llegar. Mi necesidad de ti, haría que tu libertad en un momento fuese más fuerte y necesaria, pues no se puede atrapar el mar en una copa de vino, ni el viento en un suspiro, no se puede tener lo que no nos es dado.

Me aferraba a la posibilidad de que no crecieras,  que, encerrado en tu pequeña jaula de cristal, permanecieras simplemente agazapado esperando una caricia, una palabra mía, una sonrisa, un simple gesto; que solo eso fuese necesario y que en algún momento simplemente, desaparecieras. Eras tan mágico, tan irreal … En aquel rincón que construí para ti existían más seres imaginarios como tú, pero ninguno se parecía a ti. Ninguno con tu presencia ni tu ausencia, ninguno con tu brillo, con tu halo de príncipe alado, ninguno con tus ojos penetrantes hasta lo más profundo de mi alma, ninguno con tu suavidad ni tu forma de hacer ni de querer, ¿cómo imaginar que crecerías así?

Al fin y al cabo, cuando te encontré eras tan , tan pequeño…

Acurrucado entre los acebos encontré tu cuerpo frágil y asustado. Mi primer pensamiento fue confuso, de extrañeza y curiosidad y eso fue lo que me animó a acercarme a tu singular presencia. (¿Un dragón ? desaparecerá con el tiempo). Con apariencia fuerte y hostil tu fondo se me descubría día a día como un refugio de suaves pensamientos donde descubrir algo más que un animal extraño, extinguido, raro, inquietante, sorprendente… y allí acudí hasta que decidí llevarte conmigo, en este rincón donde creí que por ser tan excepcional, durarías un instante. Pero en aquella jaula fuiste creciendo hasta hacerte más fuerte, más grande, más poderoso, se quedaban pequeños esos rincones para tus grandes alas. Tu fuego quemaba dentro de mí, ansioso por arrasar aquello que encontrase a su paso y tu singular anatomía se retorcía de dolor en aquel pequeño espacio tan reducido. Mi egoísmo no permitía tu ausencia , sin embargo, tu presencia me llenaba de felicidad e insatisfacción al mismo tiempo, pero ver tus ojos tristes, tus alas rotas, tu falta de aire… tenía que liberarte, sabiendo que me liberaría a mi misma de la confusión y la duda que me propiciaba retenerte. Aún con miedo, aún sabiendo que dejar libre un ser extraordinario, sabiendo que mis otras pasiones y sentimientos, tantos  seres irían contigo… aún así, entendía que era lo mejor para los dos; para ti, para que por fin fueses libre , para volar donde siempre debiste ir, para volver al lugar donde probablemente nunca debí sacarte, pues vivir dentro de mi, en aquella jaula de cristal, en aquel rincón a veces escondido,  no era tu destino. Y para mi, que con toda la extraña sensación que provocan las despedidas de las pasiones más profundas, en el fondo de mi corazón, sabía que era lo que debía hacer.

Y una tarde en que tu inquietud era más grande y notaba tus ganas de huir, abrí la puerta del escondite cristalino donde te mantenía oculto. Tu cuerpo fue desperezándose poco a poco delante de mí  desplegando toda la majestuosidad de tu maravilloso ser, abriste las alas desafiante y por un instante creí que acabarías conmigo, que mi vida terminaría allí, contigo. Nunca sabré qué quisiste decirme. Tus ojos negros, profundos, se clavaron unos instantes en los míos y contemplé lo inmensamente grande que realmente eras. Me asusté y comprendí que la decisión de dejarte ir era lo mejor que podía hacer. Aunque te echaría de menos, a veces de más, aunque tu presencia seguiría inquietándome durante mucho tiempo. Aún noto el calor de tu aliento, lo que me quisieron decir tus alas, el latir de tu corazón que se resume en una sola frase “los dragones no nos pertenecen”.

jueves, 12 de diciembre de 2013

Cuando uno lo comprende todo

(relato inconcluso de la comprensión incomprendida)

No se trataba ya de tener el alma herida y rota en incertidumbre y en dos grandes mitades a las que no saber a cuál atender primero. Esa etapa ya estaba en otro momento de la historia. La comprensión que ahora le invadía le proporcionaba un desasosiego, una inquietud, un desaliento, impropios de la etapa dulce en que vivía su cuerpo. Porque allí solo estaba un pedazo físico de quien era. El resto, ya no pertenecía a ese espacio que ocupaba  la materia de la que estaba conformado. El resto, lo que realmente dolía y quemaba con una sinrazón infinita, era saber que  nada podía hacer, frente a lo que se le abría descorazonadoramente certero.

Saberlo, entenderlo, quererlo, amarlo, comprenderlo, todo aquello que por fin se le ofrecía con la desesperanza del que sabe que lo tiene todo perdido, se hacía cada día más insoportable.

Era fácil cuando estaba ausente. Lo difícil eran sus encuentros. En fugaces retazos de alegría, se abrazaba a la mísera migaja que de algo parecido a la posibilidad, él le ofrecía; aún sabiendo que no le pertenecía, que aquello con lo que soñaba no le era concedido, se aferraba a sus palabras y estrujaba su significado hasta encontrarle el sentido que necesitaba para seguir siquiera soñando con una suerte distinta. Encontrarle había sido lo mejor y lo peor que le había sucedido. Saber que existía, que la casualidad le había abierto los ojos, diciéndole “ es él” pero no ahora, ni ayer ni lo será mañana.

Ahí estaba. La causa de su felicidad y al mismo tiempo su desdicha. Soñar con una historia que no le pertenecía, que no era la suya, ni se le asemejaba y que de algún modo, sin saber cómo, era la que siempre habría querido. En el momento en el que lo comprendió, no sé si la vida se le puso del derecho o del revés, no sé si es más fácil a veces ser ignorante de todo y seguir hacia adelante sin mirar siquiera de reojo, por si algo nos invita a salir de nuestro encierro. Y ahora que lo sabía, ¿qué iba a hacer? ¿Seguir como si nada?

domingo, 17 de noviembre de 2013

Como Pandora

Qué cosas aparecen en las mudanzas… creo que tenía 20 años

No es la ciudad, es quien está en ella.

No es el lugar, es quien lo habita.

Allí donde estés quiero estar y seguro sería el mejor lugar del mundo para reconfortarme.

Y hoy quisiera ser como Pandora: abrir las páginas de este cuento, y que la luna te cante en sueños cada uno de los capítulos que se esconden en sus páginas selladas a cal y canto. Que te lleguen en ese momento entre la vigila y el sueño, el alba y el anochecer, entre susurros y nubes de terciopelo y te cante lo que en ellos de verdad se esconde, calla y guarda mi corazón.

Porque no me es dado. Porque amo en un solo sentido sinsentido, en una sola dirección donde no hay retorno ni vuelta ni revuelta ni destino. Porque no llegué a tiempo ni en el momento. No soy yo la que te espera encendida ni te peina en la mañana ni sueña a tu lado. Ni seré, ni me toca. Qué difícil es esto de lo platónico!! Qué difícil se hace callar porque dicen que el silencio es menos dañino!!

Mi deseo sería ser quien te acune y abrace en las noches de frío.     Y escuchar tus iras, aciertos y desaciertos, encuentros y desencuentros. Aquella con la que anheles descansar tu fatiga, acallar tu llanto, y pasar las noches riéndote de cualquier cosa vana. Esa con la que cualquier instante sea eterno y la eternidad parezca efímera,  la noche y el día tan solo un segundo. Pero no me toca. lo sé y no solo lo presiento sino que pese a mi deseo, ya ha venido la realidad a buscarme.

Pero pasa el tiempo y no se pasa… dime ¿qué hago contigo?

Me ha hecho gracia, porque ni siquiera recuerdo a quién se lo escribí. Me parece recordarle vagamente, pero ni pizca del amor ese desgarrador que seguía relatando páginas más abajo. Creo que para estas cosas de los sentimientos igual subo que bajo pero en el fondo , la gente como yo, con tanto drama para lo bueno y lo malo, al final somos una panda de superficiales que dejamos de amar en cuanto nos dan una buena razón para hacerlo, a veces simplemente basta con que no te dejen comprar la cortina del color que te gusta o colocar un simple cuadro… o discutir porque la cena está fría.

Me da a mi que esto de la cosa romántica es mucho más liviano de lo que nos hacen sentir en las películas y que todo se resume en algo mucho más ligero que tanto peso y tanta carga de que me muero por los huesos de nadie, ya ves, no me he muerto, ni por aquel de los 20 años, ni creo que a estas alturas, me de por llorar por los rincones.

Es que hoy estoy desenamorada, qué se le va a hacer. A ver mañana.

Mejor me guardo la caja de nuevo, no vaya a ser…